EL TIBURÓN CAMINANTE
Una nueva especie de tiburón que «camina» ha sido descubierto frente a la costa de la remota isla de Halmahera, en Indonesia. Bautizado como Hemiscyllium Halmahera, este extraño animal consigue avanzar en contacto con el fondo marino gracias al movimiento de sus aletas como remos (Puedes ver su característico «paseo» en el vídeo sobre estas líneas).
Algunos investigadores creen que este animal puede dar una idea de cómo los primeros animales terrestres se arrastraron fuera de los mares prehistóricos, pero otros son más escépticos al respecto, según publica NewScientist. Otras muchas extrañas especies de peces también parecen caminar, como el pez sapo.
El «paseo» del tiburón podría ser una adaptación a la vida en los arrecifes de coral, para poder colarse entre las grietas en busca de refugio o de comida, como pequeños peces e invertebrados que caza de noche.
El Hemiscyllium Halmahera puede supera los 68 cm de longitud cuando llega a la edad adulta y no supone ningún peligro para el hombre, según la organización Conservation International.
EL TIBURÓN QUE MATA A COLAZOS
¿Por qué pescar solo una sardina si uno es capaz de comer varias a la vez? El tiburón zorro (Alopias pelagicus) debió de reflexionar algo parecido al desarrollar esta eficaz estrategia de caza que le permite obtener varias piezas de un solo intento. El escualo aturde y mata a sus presas a coletazos.
Investigaciones anteriores ya había sugerido que este tiburón de 3 metros que habita las aguas del Índico y el Pacífico utilizaban su larga cola como si fuera un látigo, con la fuerza suficiente para atolondrar y matar varios peces a la vez. Pero hasta ahora, se desconocía exactamente cómo lo hacía. En un nuevo estudio publicado en PLoS ONE, científicos del proyecto para la conservación de estos animales en Filipinas grabaron con cámaras submarinas 25 ataques a bancos de sardinas en las aguas cercanas a la isla Pescador.
El equipo comprobó las diferentes fases en las que estaban divididos los movimientos del tiburón durante la caza. Los ataques comenzaban con la cola del tiburón lanzándose hacia adelante cerca de sus presas y luego arrojando su aleta dorsal a lo largo de su cuerpo por encima de su cabeza, produciendo un golpe. Al recibir el latigazo a una velocidad de 24 metros por segundo, algunas sardinas mueren mientras que otras quedan atontadas, desamparadas frente al depredador.
Los tiburones no tenían éxito siempre, pero cuando conseguían su objetivo mataban hasta siete peces a la vez, ya sea en el ataque inicial o un poco después. La estrategia, llevada a cabo por machos y hembras de todas las edades, demostró ser más eficaz que perseguir a los peces de forma individual.
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